Hoy, dejamos establecido un precedente trascendental, ejerciendo nuestro derecho constitucional a alzar la voz
de manera pacífica, pero con la determinación que caracteriza a un pueblo digno y valeroso.
Somos herederos de una historia rica y memorable que seguirá marcando huella a lo largo del tiempo. 













¡𝐐𝐮𝐞 𝐯𝐢𝐯𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐏𝐚𝐩𝐚𝐥𝐥𝐚𝐜𝐭𝐚, 𝐜𝐮𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐟𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥𝐞𝐳𝐚 𝐲 𝐨𝐫𝐠𝐮𝐥𝐥𝐨!